Tener una máquina virtual Windows en Linux tiene varias utilidades:

  1. Si estás probando Linux por primera vez, te puede servir para “desengancharte” poco a poco. Sabes que tienes Windows ahí, y ese placebo te da el valor necesario para probar este nuevo y extraño mundillo que es Linux.
  2. Eres desarrollador y quieres ver cómo funcionan tus aplicaciones o servicios en Windows.
  3. Necesitas usar una aplicación para la que no hay alternativa nativa en Linux y que no puedes correr con Wine.
  4. Necesitas usar una aplicación que solo está disponible en la tienda de aplicaciones de Windows.

Pues resulta que conseguirla es mucho más sencillo de lo que te imaginas:

  1. Instala un gestor de máquinas virtuales.

    Yo voy a usar “Cajas”. Tendrás que instalarlo usando el gestor de paquetes de tu distribución. El paquete casi seguro que se llamará gnome-boxes.

    Atención: no lo instales desde Flathub porque tiene todavía un problema en la gestión de red).

    Para mí, en Fedora Silverblue, el comando a correr es este, que además me reiniciará el sistema tras instalar:

    rpm-ostree install --reboot gnome-boxes
    

    Si usas otra distro que no esté basada en OSTree, probablemente no necesites reiniciar. De hecho, será tan sencillo como buscar “Cajas” en la tienda de aplicaciones e instalarla:

    Instalando Cajas en Ubuntu 20.04

    Instalando Cajas en Ubuntu 20.04

    En pkgs.org puedes obtener más detalles sobre dónde encontrar ese paquete en cada distro.

  2. Descarga la máquina virtual de Windows.

    Para ello, visita uno de estos, dependiendo de si quieres un entorno de desarrollo completo, o solo vas a usarla para instalar algún que otro programa:

    Descarga la versión para VirtualBox más reciente disponible.

    Incluyen una licencia de Windows válida durante 90 días, así que tendrás que repetir el proceso de vez en cuando.

  3. Descomprímelo:

    Descomprimiendo la máquina virtual Windows

    Descomprimiendo la máquina virtual Windows

  4. Abre “Cajas” y crea una nueva caja usando ese archivo:

    Creando la máquina virtual Windows

    Creando la máquina virtual Windows

    Nota: Windows solito ya consumirá unos 3 GiB de memoria, así que asígnale como mínimo unos 6 para que las aplicaciones que abras puedan respirar un poco.

  5. Configura el idioma y teclado dentro de la caja, por comodidad:

    Configurando la disposición del teclado y la configuración regional en la máquina virtual Windows

    Configurando la disposición del teclado y la configuración regional en la máquina virtual Windows

  6. Instala las extensiones SPICE en Windows para que se integre mejor con tu máquina anfitriona. Permite cosas como detectar la resolución de pantalla, compartir el portapapeles o evitar tener que pulsar Ctrl+Alt para soltar el ratón:

    Instalando las extensiones SPICE en la máquina virtual Windows

    Instalando las extensiones SPICE en la máquina virtual Windows

¡Listo! Ya tienes un Windows para ponerte ahí lo que quieras.