Al principio está bien eso de recordar cada usuario, servidor y contraseña a los que te conectas... hasta que el número empieza a aumentar y la memoria a disminuir.

Claves SSH

El viejo truco para aumentar la seguridad y disminuir la complejidad: la clave privada y la clave pública.

    1. Genera tu juego de claves:
      $ ssh-keygen
    2. Copia tu clave pública al servidor que usas:
      $ ssh-copy-id usuario@servidor
    3. Conéctate sin contraseña de por vida:
      $ ssh usuario@servidor

    Bueno, puede que te haya pedido una contraseña, pero es la de desbloqueo de la clave, y normalmente puedes usar agentes que incluyen los entornos de escritorio que te permiten desbloquearla automáticamente el resto de la sesión.

    Es importante proteger tu clave privada con contraseña, porque de otro modo cualquier usuario root podría acceder a ella.

    Más información:

    $ man ssh-keygen
    $ man ssh-copy-id

    Guarda tus datos de sesión

    Puesto que ya te has olvidado de las contraseñas para siempre, tener un fichero de texto plano con el resto de tus datos de acceso no es descabellado. Ese fichero está en ~/.ssh/config y tiene un aspecto similar a este:

    Host 11.22.33.44
    User holamellamopepito

    De modo que la próxima vez que ejecutemos ssh 11.22.33.44 automáticamente usará el usuario holamellamopepito para conectarse. Pero aún puede hacerse mejor:

    # Conexión al trabajo
    Host trabajo
    HostName 11.22.33.44
    User holamellamopepito
    Port 44444
    ForwardX11 yes
    
    # Conexión a casa
    Host casa
    HostName 44.55.66.77
    User pepitoencasa
    ForwardX11 yes

    Como ves, puedes poner comentarios, y si indicas el servidor como HostName, puedes ponerle una abreviatura en Host, que será la que uses al conectar. El resto de parámetros hasta el siguiente Host se aplicarán automáticamente.

    Más información:

    $ man ssh_config